30 aniversario escénico: Iordanka Derilova canta e interpreta una «Isolda» de encanto juvenil con gran y sana expresividad en el Anhaltisches Theater Dessau.
¿Cuántas pueden hacerlo? Tras un aclamado debut en el repertorio pesado alemán a los veintitantos años, la fama y el prestigio suelen llamar a la puerta. Después, quizá una llamada a las grandes casas. ¿Quién puede decir «no» cuando el mercado rebosa de jóvenes talentos?
La Kammersängerin búlgara, miembro del conjunto del Teatro de Anhalt desde 2003, ha cantado de arriba abajo los principales papeles de su repertorio. Entre ellos «Isolda», en la que debutó en 2006 y fue inmediatamente nominada por «Opernwelt» como mejor cantante del año. Le siguió «Brünnhilde» en el «Anillo», que se desarrolló hacia atrás a lo largo de los años en el «Bayreuth del Norte» y obtuvo cierta aclamación nacional como el «Anillo de la Bauhaus». En el verano de 2024, Derilova interpretará este papel en la Ópera de Sofía, en su país natal. Y con razón, porque incluso después de 30 años, Iordanka Derilova ha conseguido convencer con creces por su fuerza dramática y, sobre todo, por su interpretación vocal.
Ahora, por segunda vez, el papel principal en la obra magna musical de Richard Wagner: Michael Schachermaier es responsable de una dirección que deja mucho espacio para la interpretación y la caracterización en unos pocos, reducidos y clásicos elementos escénicos (escenografía Paul Lerchbaumer). El andamiaje dominante, colocado sobre un fondo negro y mostrado ocasionalmente por secciones, recuerda al «Tristan und Isolde» de Katharina Wagner en el Festival de Bayreuth, pero se varía un poco con una escalera roja que sube hasta él. El rey Marke aparecerá más tarde vestido del mismo rojo, y el color se impone también a la propia Isolda como presa.
Cuando, durante los arrebatos de sufrimiento, amor y locura de Tristán en el tercer acto, las escenas pasadas entre los amantes, como la toma de la poción, se recrean en nuevas constelaciones de otras parejas, se trata de una interesante reminiscencia destinada a mostrar la universalidad del amor en una existencia imposible: Mira, así fue, será y será. Una bonita idea.
Iordanka Derilova creó y cantó Isolda con intensidad juvenil y gran expresividad, que sólo podría haber mejorado en términos de comprensibilidad del texto. En su interacción con sus compañeros de canto, posee una maravillosa capacidad para reducir, armonizar y ajustar. El Tristan de Tilmann Unger posee un potencial bello, diferenciado, lírico y refinado, que, sin embargo, apenas fue capaz de llenar la gran sala del Anhaltisches Theater en los grandes arrebatos frente a la mayor orquesta orquestal. No obstante, en «Sink hernieder, Nacht der Liebe» logró crear una línea de absoluta belleza y fuerza de atracción, en la que supo encajar la bien armonizada soprano de Derilova.
Anne Schuldt como Brangäne aportó al papel una mezzo de gran fluidez, entonando con precisión y claridad los gritos de advertencia desde el centro del escenario, desde el andamio hasta la sala. Michael Tews como el rey Marke permaneció algo pálido como hombre resignado y engañado, mientras que la Kurwenal de Kay Stiefermann fue expresiva y flexible, pero fue capaz de entonar con precisión. En los demás papeles, Barış Yavuz como Melot, David Ameln como el Pastor y el Joven Marinero y Pawel Tomczak como el Timonel ofrecieron una interpretación de conjunto bien equilibrada.
El coro de ópera del Anhaltisches Theater (dirigido por Sebastian Kennerknecht) cantó con unidad y armonía sobre el escenario. La Anhaltische Philharmonie, bajo la dirección del GMD Markus L. Frank, mostró un enfoque riguroso y directo de la partitura: crescendos bellamente abanicados, que sólo en ocasiones habrían requerido un poco más de coraje para adoptar tempi emocionantes y más lentos, continuaron con transiciones precisas hacia los arrebatos del tutti y las erupciones orquestales. El resultado fue una interpretación fresca, apasionante y viva que contribuyó al éxito de la producción. Muchos aplausos.